Crónicas de un Amanecer en Camboya

4 septiembre, 2014 por 10:42 am

3

 

5am, Siem Rep, Camboya. El sol aun no ha despertado y tal vez tampoco el conductor del vehículo que zigzaguea esquivando a los trabajadores matutinos que se dirigen a los templos de Angkor. El vehículo es un tuk-tuk, famoso transporte del sudeste asiático difícil de describir a los occidentales.“Es como una moto pero con parte de atrás pero a veces parece una camioneta” se aventuran a decir algunos, pero poco describe eso la sensación del viento húmedo y cálido del amanecer camboyano y aquella constante conciencia de que cada momento en él es parte de una aventura.

A medida que nos acercamos a Angkor mas amigos tuk-tuks cargados con turistas aventureros se van uniendo a la marcha formando una pintoresca  peregrinación de sombras silenciosas. A lo lejos se oye una risa de un grupo de jóvenes valientes que aun no terminen de destilar los vestigios de una noche a puro estilo camboyano. El primer destello de aquel rosa anaranjado que caracteriza a un amanecer despejado se puede ver en el horizonte, hay que apurarse.

El Tuk tuk esquiva a un grupo de niños de no más de 4 años que se dirigen solos a la escuela y se adentra en una selva tupida por un camino extremadamente estrecho. “Ojalá no venga nada de frente” piensan todos los turistas al unísono pero nadie se anima a verbalizar la preocupación, no vaya a ser que piensen que uno es menos aventurero que el otro.

1

La selva se termina tan de pronto como comenzó y uno se encuentra en un gran estacionamiento con miles de vehìculos que lucen igual. A lo lejos una sombra majestuosa se impone. Nadie sabe porque pero todos comienzan a hablar bajito, a susurrar. La sombra parece imponerlo.

Todos los turistas se dirigen en una prolija línea hacia un lugar a la vera de aquella majestuosa sombra. Todos preguntándose como hacer para encontrar al tuk-tuk a la vuelta, todos son tan iguales.

La sombra parece despertarse y se comienzan a distinguir figuras. Imposible reconocerlas, no se parece a nada que se haya visto.  Se oye el murmullo de los turistas buscando sus cámaras de fotos pero nadie saca ni una foto, hay que esperar más.

El rosa anaranjado del cielo va desplazando el azul de la noche y las sombras se retiran revelando de su interior una estructura mítica. Los más suertudos, o aquellos que investigaron bien, se encuentran a orillas de un lago, donde el reflejo de aquella estructura produce un efecto que, si Monet hubiera visto, jamás hubiera pintado sobre nenúfares.

Son casi las 6 y el templo de Angkor hace su presencia frente a todos los espectadores. Algunos aplauden, otros ríen, otros se entregan a su belleza.

Los primeros trabajadores se acercan y comienzan a vender café, agua, pan y la magia del momento se mezcla con una necesidad imperiosa de ingerir cafeína para poder seguir disfrutando.

El día comienza y todos se dirigen hacia el interior del templo. Solo algunos se quedan pensando, intentando descifrar la formula de aquella experiencia. ¿Fue el viaje en tuk-tuk? ¿fue que aun seguimos dormidos? ¿fue un efecto tardío de aquel famoso licor camboyano? ¿O es que Angkor vat es realmente un lugar mítico?

Sin título-22